lunes, 24 de junio de 2013

Mañana de San EBook

Estimados lectores, anoche mientras las llamas de la noche de San Juan consumían apuntes fotocopiados, facturas del banco o cartas de amor despechado entre otros, me acordé de la barbarie que hicieron los nazis de quemar libros de autores judíos hace tan solo 80 años o los cristianos al saquear la librería de Alejandría por el fanatismo religioso. Y esta mañana en el tren he podido observar algo que por mi falta de costumbre de madrugar, no había observado hasta ahora. El maravilloso auge de las Tablets, Ebooks o iBooks, y demás artilugios electrónicos destinados a la lectura cómoda y en muchas ocasiones gratuita.

¿Dónde quedó el pasajero cargado con su versión de tapa dura de mil páginas con su precioso marcador plateado regalo de Reyes? En casa. Bueno en casa quedó el libro y el marcador. En su lugar, el pasajero lleva un finito estuche a juego con las gafas de Aflelou, donde su maquinita infernal alberga trescientos cincuenta libros de los más conocidos autores que no verán un euro de derechos, a no ser que el incauto no tenga un conocido, vecino o similar que le haya indicado de dónde poder descargarse "by the face" los millones de páginas de entretenimiento matutino o vespertino. Una pena. Las tradiciones se pierden por el avance de la tecnología. Le dimos matarile al Walkman, en breve los Cd-s pasarán a utilizarse únicamente de espantamoscas -por cierto, ¿quién fue el brillante pensador al que se le ocurrió que las moscas huyeran despavoridas al colgar un Cd de la lámpara? Ese sí que se merece el Príncipe de Asturias y no Stephen Hawkin.  El día que alguien cuelgue de una lámpara un Mp3 y salgan los monarcas huyendo de La Zarzuela, se forra-. Y lo siguiente que se quemará en hogueras multitudinarias serán los iPads, iBooks y tablets… y si no tiempo al tiempo.



Yo no es que sea ejemplo de salvaguarda de los derechos de autor, que tengo más discografía de Bob Dylan que la que existe. Algunos discos iguales con títulos diferentes por una letra y por duplicado con tres segundos de silencio de más al final de la cuarta canción que el original no tiene. Pero la verdad es que internet ayuda mucho a la difusión cultural y poco a enriquecerse o sobrevivir con las ideas. Adaptarse o morir. Es por ello que pensando en el futuro uno de los contenidos a crear pueden ser series o miniseries de dos paradas, para que la gente se descargue la noche anterior y las vea en el autobús o tren camino del  trabajo. Ya que en la televisión cada vez vamos a poder ver menos lo que nos gusta por el poco riesgo de las cadenas/anunciantes, y ya que el Prime Time empieza cuando das el primer bostezo y acaba cuando das el octavo ronquido, tendremos que almacenar en nuestros dispositivos tecnológicos el entretenimiento con minúsculas para llegar al trabajo con una sonrisa o con el suspense necesario que te deje esperando la siguiente entrega.

Sean creativos, la vida sigue.

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